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  • María Luz Crevoisier

Y todo empezó de la nada



¿Te acuerdas de Emilia? Me preguntó Gladys, la amiga de siempre que suele llamarme a la muerte de un gato y evoqué como en un flash a una chica delgada, ágil para jugar a la pesca o hacer contorsiones en nuestras clases de danza. Era esbelta, de ojos color canela y una sonrisa como para derretir todos los hastíos.

—Sí, pero hace siglos que no sé nada de ella —respondí. La última vez que conversé con ella fue en nuestra fiesta de la Promo, lucía un hermoso vestido naranja y tenía como acompañante a su primo Armando, eterno admirador sin suerte de nuestra compañera. Después, la vi en la universidad frecuentando al grupo de chicos que ejecutaban instrumentos autóctonos, creo que andaba con uno de ellos. Pero no concluyó sus estudios de Educación y no la volví a ver jamás.

—Así es, se fue a Lima, creo donde una tía o qué sé yo. Vivía por la calle Chihuampata en una casona con una hermosa huerta y muchas rosas. Se vio obligada a viajar a Lima por disputas familiares entre la madre y los tíos y eso marcó su trágico destino.

¿Trágico? Di un respingo llena de asombro y presintiendo tormentas.

Pero hermana, en qué mundo vives. Me reprochó Gladys —¿es que no lees los periódicos, no ves la televisión?

—Pues, dije a manera de disculpa, sintiéndome culpable por no seguir el diario recorrido de la suma de tragedias locales, nacionales y mundiales - con esto de los cortos que hay que ver, me distraje.

—Pues allí está la noticia— me siguió comunicando impertérrita —la “flaquita” o “pecosa”, como le decíamos en nuestro salón, ella está muerta.

—¿Muerta?— estoy segura que puse una cara de completa rigidez o de espanto, pero felizmente Gladys no podía vérmela a través del celular. Sólo hablé o grité o susurre, ya ni sé cómo fue, que qué le había pasado.

—Y me enteré de su historia. ¡Vaya qué historia!

Emilia debió dejar la universidad con mucho disgusto y venir a Lima, cansada de las disputas entre su madre y los tíos que la habían criado por la repartición de una herencia. Instalada en la casa de una tía por padre, una mujer de mente estrecha y creencias religiosas fanáticas, debió sufrir otra experiencia dolorosa conviviendo con ella. Se puso a trabajar en lo que pudo pero como era bonita, no le faltaron galanes. Entre estos escogió a un hombre mayor, pasando de haber sido la enamorada ingenua de un músico en Cusco a la amante clandestina de un hombre casado. Por supuesto la tía la echó de casa, apenas se enteró y así empezó una nueva vida, de lujo y cinismo, de cruceros y alcohol, hasta que en una de esas noches, conoció a un joven que le pareció encantador.

Y debía serlo, pues tenía tres nacionalidades diferentes y tres esposas, pero al conocer a Emilia, de quién parece se enamoró perdidamente, decidió cancelar esos compromisos olvidando que entre los hombres que se dedican al narcotráfico —esa era la fuente de su riqueza— la mafia no perdona las traiciones. Una de las esposas era hija de un capo colombiano, quien juró hacerles pagar caro lo que definió como una ofensa ese divorcio.

La vendetta no tardó en llegar, primero secuestraron a Renzo y después de torturarlo, lo dejaron hecho picadillo, cuando le tocó el turno a Emilia se ensañaron con ella, a quién fueron mutilando de a pocas.

A esta altura del relato de Gladys, comencé a sentir náuseas y escalofríos

Después de ahorcarla, la dejaron botada en una playa del Caribe. ¿Quién la reconoció? Un heladero a quien ella siempre socorría en sus momentos de apuro.

Cuando Gladys terminó este intenso relato quedé en silencio y me preguntó si seguía allí, o sea aquí o ya me había ido. Creo que me hubiera gustado irme antes de que empezara a contarme esa tremenda historia de quien pensábamos iba a terminar de monja, por lo piadosa y tranquila que era, cuando escuché una tremenda carcajada unida a otra más fuerte desde el otro lado del celular ¡Zonza! me dijo Gladys, ¿te creíste todo este rollo? y seguía riendo, mientras yo me tuve que sentar para no morirme de estupefacción. Emilia está viva, se encuentra a mi lado, el relato que te conté lo escribió ella y lo presentó a un concurso literario en México, obteniendo el Primer Premio. Quiere que nos reunamos con su esposo, el músico, mañana en un almuerzo en el Club Cusco para celebrar.


 


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