El gallo tuerto de la niƱa Martina
- MarĆa Luz Crevoisier
- Jul 4, 2022
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Marty era el diminutivo de una niƱa juninense muy traviesa, llamada Martina, que vivĆa en una casona de tres patios, sombreada con chachacomos y arrayanes, casi al borde de la Plaza Libertad, centro de todas las ocurrencias cĆvicas y fiestas religiosas de esta ciudad denominada con donosura āHeroica Villa de JunĆn.ā Pues fue allĆ, a casi 4,105 msnm que se realizó el penĆŗltimo enfrentamiento para consolidar la independencia americana, cuando los generales Simón BolĆvar y Antonio JosĆ© de Sucre, derrotaron al ejĆ©rcito espaƱol a orillas del lago bautizado con el nombre de la bellĆsima villa cordillerana.
Marty no sabĆa absolutamente nada de BolĆvar aunque lo escuchara nombrar en las tertulias familiares, en esas innumerables reuniones de su padre, el seƱor prefecto o durante los almuerzos con sus allegados y parientes. Para ella, niƱa de siete aƱos, no habĆa mayor diversión que juntar a las gallinas por las tardes junto a la abuela, a la hora que debĆan irse a dormir protegidas por un gallo tuerto, amo y seƱor del corral o echar maĆz desgranado a los cerdos que se criaban en cualquier canchón vecino.
Otra de sus diversiones era recoger flores, muchos alhelĆes, ilusión, delirio, pompos, cresta de gallo y depositarlos al pie de la Mamacha MarĆa, tan bonita toda ella, con su manto bordado y sus pendientes de purito oro y piedras preciosas, como comentaban las seƱoras de la parroquia.
Marty, vivĆa al desgano, un dĆa jugando con piedritas recogidas en el Mirador, otros, con las muƱecas, especialmente esa Barby, obsequio de la tĆa Estela en la Ćŗltima Navidad o visitando a la abuelita para rezar el santo Rosario, saborear el exquisito huallpa charpe que lo hacĆa tan bien y mĆ”s tarde, cuando bajaba el frĆo, acostar a las gallinas, pero mirando de reojo al gallo tuerto para que no se fuera a aparecer y le diera un picotazo en los tobillos.
El tuerto, como lo conocĆan, perdió uno de los ojos por camorrero, pues no podĆa ver a la empleada sin dejar de saltarle a las piernas y hacerla huir con los picotazos, hasta que un dĆa ella llevó un palo espinoso y Ā”zĆ”s! se lo partió en la cabeza, arrancĆ”ndole un ojo. El gallo, sobrevivió seguramente por los mimos de su harĆ©n gallinero pero quedó tuerto. Y no perdió la maƱa, trasladando las persecuciones y picotazos a Marty, quiĆ©n siempre lograba huir de su atacante, riendo y gritando. Cierta tarde, en que se distrajo mirando a un famĆ©lico gato que se aposentó junto a las escaleras, no pudo eludir el ataque y cayó al suelo, siendo auxiliada por la abuela y la nana Isabel, quienes la trasladaron a la casa paterna, sangrando y media desmayada.
Marty, de alegre y riente se transformó en una niƱa sombrĆa y desganada, motivo de la preocupación de la familia, porque ademĆ”s adelgazaba a ojos vistas. Su padre, el seƱor prefecto, llamó al curandero, pues en estos casos no sirve de nada la ciencia mĆ©dica y Ć©l āsintióā que la niƱa morĆa y como receta dictaminó que llevara colgado en el cuello la cresta del gallo tuerto. A partir de entonces, el gallo mochado y tuerto perdió sus poderes agresivos y la niƱa Marty se curó del todo, volviendo a ser la niƱa traviesa que hacĆa rabiar de ternuras a la abuela, sonreĆr a su padre o alterar a la seƱorita Elvira, su maestra del segundo aƱo, quien le hacĆa repetir cien veces como tarea: āNo debo distraer a mis compaƱeras a la hora de claseā.



