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  • Ingrid Astrid Villegas Gutiérrez

Ensayos de un alma: Historia gitana


8. Gitano

Dislocas el compás gitano

buscando conquistar el viento,

conduces hacia lo lejano

fugaz arrebato de aliento.


Pretendes rociar destellos

a un soberbio mar de luz,

siquiera piedad de los cielos

detienen tu gran inquietud.


Entonas un flamable eco

en el mechero de la lluvia,

veterano horizonte seco

impermeable a lo que fluya.


Vienes matizado en deslices

a recobrar todo tu poder,

sobre resilientes raíces

que a su paso dejó el ayer.


Efervesces astutamente

mis parsimoniosos sentidos,

tentados a arribar el frente

con afán se fingen ceñidos.


Elevas mi alma con tu ser,

ni el sol quema a punto tal

para arder como arrebol la fe

y fundir limerencia en cristal.


Regodeas cual son melifluo

lo que arremetes a timar,

mientras tergiversas lo mutuo

por aserba bagatela dar.


Desarmas inconmensurable

súbitamente nuestro ahora,

abatimiento inevitable,

ya no resplandece la aurora.



9. Esplendor


Me apabulló el sendero nocturno,

contando las almas que vinieron

a sentenciar a la mía.


Sin mirar atrás recojo las migajas del nuevo amanecer, que ha acaudalado de esencia a mi ser.


Creo estar perdida en libertad,

con sed de ciega embriaguez,

sólo entonces entiendo al destino.


No pretendo devorar pisadas al olvido de ésta realidad, pues me quedo, así sea infernal o celestial.


Descalza voy acompañando tus adentros,

y en medio del río adueñado,

la afluencia retengo.


Cualquiera toma y conduce estrellas

pero inmenso es poder soltarlas

y verlas correr al ras del mar.


Suspendida en el aire en augurio de caer

o arribarme al sol, me estremece respirar,

cierro los ojos...


Tales segundos hacen bulla y

burla de los gratos días

en que el esplendor

solía ser de fácil rozar.


10. Náufraga


Los anhelos que deposité en tí,

ni las olas del mar los arrastraron.


Se conservan como pizcas de arena añejas,

incrustadas y esparcidas en las rocas

de aquel solitario lugar.


¿Para qué recuperar un timón que nunca tuve

cuando solo fui un capricho en tus manos

que no supieron navegarme?


Nunca sabré por qué ni cómo,

sólo sé que el inicio fue hacerle

una eufórica visita matutina...


Al caer el crepúsculo,

perderme entre el sonido de las sirenas

clamando nuestros nombres,

mientras intentamos nadar juntos


Luego, tras la noche estrellada, en secreto,

pedir deseos fugaces y opuestos.


Baile clandestino de dos amantes fugitivos

que no quieren irse nunca y abandonar

la marea que se esmeran por surfear.


Quedarnos dormidos a la par

de una mutua batalla final.


Y amanecer sin ti, sola, con las heridas

cubiertas de sal marina,

y silenciosos recuerdos playeros.


 

Ingrid Astrid Villegas Gutiérrez

Soy una mexicana de 24 años, nacida y residente de Villahermosa Tabasco. Me licencié en psicología hace un par de años en la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco.

Como poeta novata y recién salida del closet en tal aspecto, debo confesar que una parte de mí siempre estuvo conectada con la escritura y lectura de poemas, en especial a partir de mis 15 años de edad. Junto con todos los eventos y experiencias que tuve a partir de esa etapa de mi vida, y a través de una práctica asociada a un hobbie, comencé a escribir ideas y sentimientos totalmente fuera de lo intencionado a un poema o a cualquier otro género literario. Simplemente lo único que siempre pretendí fue expresarme, desahogarme y crear algo propio, con la indudable necesidad de liberarme y en ese sentido, sentirme y ser libre, tomando esa libertad entre mis manos y plasmarla en un papel.

Diversos y esporádicos han sido los momentos de inspiración que me animaron en todo el proceso de dar forma a la presente obra, incluyendo referencias auténticas e impecables como las primeras obras de Martha Rosa Esquinca Díaz.






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