Durante días estuvo ahí, afuera de casa. Tenía apenas unas ramitas verdes. Cuando lo vimos dudamos que creciera. Era invierno, llovía mucho, y el viento helado amenazaba con acabar con todo a su paso. En la noche se nos olvidó protegerlo. Llovía mucho. Tú te levantaste a meter los zapatos y yo a quitar la ropa del tendedero. Pero nunca nos acordamos del pobre mezquite. Lo imaginó gritando y muriéndose de frío. Pero la naturaleza sabia, cómo siempre, lo arropó con las ramas que cayeron de un pirul. Y logró pasar la noche. Vinieron los días secos por el frío que quemaba las hierbas, y el mezquite resistió días sin agua, apenas refrescándose con el fresco rocío de la mañana.
Pasaron los meses, y en la mañana de primavera cuando me viste plantar esas ramas de flores, te acordaste del arbolillo. Seguía vivo, e hicimos un hoyo cercano al pino lo suficiente para que pudiera crecer, y dijiste que si lo lograba te sentarías a leer bajo su sombra. Creo que la tierra te retó a hacerlo.
El mezquite ha crecido para todos lados; ahora mide casi lo mismo que tú: 1.65. Pero aún no te has sentado a leer como prometiste. Creo que sus ancestros te han robado esos momentos de tranquilidad; sin embargo el mezquite te sigue esperando. Reverdece cada primavera, aguantando los fríos inviernos, y ahí en el mismo lugar que tú le asignaras espera que cumplas tu promesa.
Rocío Prieto Valdivia
(Mexicali, Baja California, 1974)
Escritora mexicana, promotora de lectura, imparte talleres infantiles y juveniles de escritura, lectura y arte. Directora de Arte Letras Migrantes, proyecto cultural independiente. Autora de los libros Soñar entre Mariposas, Sueños Lúcidos, Veinte Poemas Perdedores y un instructivo que no sirve para nada y El árbol de naranjas y otros cuentos, entre otros. Ha participado en más de 100 antologías poéticas y de narrativa. Comparte créditos con el escritor Carlos Bracho en más de tres antologías de cuento latinoamericano. Radica actualmente en Ensenada, Baja California.
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